Se requiere por lo menos una generacin de crecimiento explosivo del tipo de Japn, Corea del Sur y China para erradicar la pobreza extrema. Ms recientemente, pases como Vietnam y Bangladesh han alcanzado esa velocidad de escape econmica.
Un perodo sostenido de crecimiento no garantiza el xito a largo plazo, como demuestra el conflicto reciente en Etiopa. Tampoco, como muestra China, el logro de un determinado nivel de vida conduce necesariamente a la democracia liberal. Pero el crecimiento rpido, con una distribucin razonablemente equitativa, sigue siendo un requisito previo para una vida mejor.
Por qu algunos pases siguen siendo pobres mientras que otros tropiezan en el camino del crecimiento y el desarrollo? ste ha sido el tema de muchos estudios acadmicos y muchos libros populares. ‘El fin de la pobreza’ de Jeffrey Sachs enfatiza el papel de la ayuda para dar un “gran impulso”, mientras que ‘Por qu fracasan los pases’ de Daron Acemoglu y James Robinson considera que las instituciones de un pas son un factor determinante del xito o el fracaso.
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Stefan Dercon, economista belga-britnico de la Universidad de Oxford y experto en desarrollo internacional, es el ltimo en intentar descifrar el misterio. El resultado es un libro importante, ‘Gambling on Development’ (Apostando por el desarrollo), un anlisis tanto acadmico como experiencial. Posiblemente sea lo que ms se ha acercado a una respuesta a esta pregunta crtica.
Su tesis es brutalmente simple. “La caracterstica definitoria de un acuerdo de desarrollo es el compromiso de quienes tienen el poder de moldear la poltica, la economa y la sociedad, para luchar por el crecimiento y el desarrollo“, escribe Dercon.
El crecimiento ocurre, en otras palabras, cuando las lites tratan de lograrlo. Para hacerlo, deben apostar por aumentar el tamao del pastel econmico en lugar de repartirse el que ya existe. Esto es arriesgado. Su apuesta puede fallar y pueden ser culpados. O puede tener xito y pueden ser expulsados del poder por nuevos participantes.
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La idea de un “acuerdo de las lites” puede parecer deslumbrantemente obvia. No lo es. La idea de Dercon se produjo despus de reuniones en 2013 cuando era economista jefe del ahora desaparecido Departamento de Desarrollo Internacional del Reino Unido, primero con funcionarios de la Repblica Democrtica del Congo (RDC) y luego con los de Etiopa. Sali pensando que, a pesar de todas sus buenas palabras, los funcionarios de la RDC no hablaban en serio sobre el desarrollo, mientras que los de Etiopa, aunque hablaban en trminos menos ortodoxos, crean lo que decan.
Los hechos lo confirmaron. En los 15 aos hasta 2019, Etiopa, un pas pobre en recursos, creci en promedio un 7% per cpita, tres veces ms rpido que la RDC. En la RDC, a una pequea lite le convena capturar los recursos mineros de la nacin y vendrselos a conglomerados extranjeros, dejando a la mayora de los congoleos a su suerte. Demasiados pases, en frica y en otros lugares, entran en esta categora.
Dercon proporciona una variedad de estudios de casos de xito, fracaso y de los que siguen luchando el medio. Hay implicaciones importantes de su tesis, que no es prescriptiva. No existe una lista de polticas “correctas”. No es necesario ser una democracia ideal con un conjunto perfecto de polticas econmicas para apostar por el desarrollo.
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La planificacin estatal puede funcionar, particularmente si, como China, el Estado tiene un historial de competencia. Pero un enfoque de laissez-faire tambin puede producir resultados si el Estado proporciona ciertos bienes pblicos. En Bangladesh, escribe Dercon, el progreso tuvo menos que ver con “un gran diseo” y ms con que los formuladores de polticas no hicieran lo incorrecto.
Algunos gobiernos exitosos pueden recurrir a ahorros internos, otros a inversiones extranjeras. Algunos pueden priorizar las exportaciones, otros el gasto en escuelas y hospitales. Dercon cita un estudio de Michael Spence, premio Nobel de economa, quien concluy que no haba una receta para el desarrollo, aunque conozcamos algunos de los ingredientes.
Encontrar la frmula correcta implica prueba y error. Deng Xiaoping, quien desat el potencial de China despus del caos de la era de Mao, habl de cruzar el ro sintiendo las piedras. Pero hay que querer llegar al otro lado.
La teora de Dercon ofrece un escape del determinismo. La historia cuenta. Muchos pases fueron explotados sin piedad a travs de la esclavitud y el colonialismo. Pero la historia -y las circunstancias- se pueden superar. Bangladesh ha superado una feroz guerra de independencia, asesinatos polticos y pobreza generalizada para alcanzar ms de 20 aos de crecimiento. Eso ha transformado las oportunidades para millones de personas, particularmente mujeres, y ha acercado al pas al estatus de ingreso medio.
La opinin de Dercon tiene implicaciones para la ayuda internacional que, segn l, nunca es un factor determinante. Puede ayudar a los pases, pero slo si ellos mismos han apostado por el desarrollo. Si no, entonces la ayuda es, en el mejor de los casos, un parche adhesivo y, en el peor, un facilitador de una lite negligente. Pero si un pas est en el camino correcto, la ayuda puede aumentar las ventajas y reducir el riesgo de fracaso.
Hay lagunas en el argumento de Dercon. Las lites ejercen un poder desmesurado, especialmente en ausencia de responsabilidad democrtica, pero hay poco espacio en el libro para la influencia de la gente comn sobre los acontecimientos, aunque slo sea a travs de las acciones de la sociedad civil. Tampoco, para el gusto de muchos lectores, habr suficiente reconocimiento de una historia colonial que dej pases, particularmente en frica, saqueados, traumatizados y desmembrados.
Sin embargo, la fortaleza del libro es precisamente su urgente simplicidad. El mensaje de Dercon, en ltima instancia, es de empoderamiento. “La magia y los milagros suceden”, escribe. Pero los que estn a cargo tienen que querer que sucedan.
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